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La bestia de Chernóbil (Rescate en Pripyat) Parte 2

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La bestia de Chernóbil (Rescate en Pripyat) Parte 2.

Era evidente que su conciencia estaba totalmente exaltada por la situación, pues quien en su sano juicio daría crédito a los rumores que en los últimos años habían proliferado tanto en blogs como en foros de internet. Para tranquilizarla trataba de hablar con datos concretos que conocía en relación al tema, le comenté sobre el contexto real de la planta y la ciudad, asegurándole que el único peligro era la radiación del sitio, pues después de casi 8 años del desastre nuclear no se habían reportado de casos que involucraran mutaciones de animales o muertes de personas en circunstancias extrañas, la realidad era que la vida animal comenzaba a recuperarse sin la intervención humana y lo demás que se decía eran simples patrañas.

A las 1100 horas llegamos a la mitad del camino, en este punto topamos con una malla que separaba el bosque rojo de la vegetación perteneciente a la zona urbana de Pripyat, en el cielo se dibujaban algunos nubarrones, pero sin amenaza de lluvia.

El teniente se comunicaba con el segundo grupo para conocer su ubicación, al parecer tenían alrededor de 45 minutos de retraso, por lo que se podía escuchar en la conversación, su camino había sido más difícil que el nuestro. Morózov nos pidió que descansáramos un momento mientras esperábamos la llegada de los otros.

El soldado raso Vladimir avisó en voz alta que iría a inspeccionar la zona, una forma bastante elegante de comunicarnos que debía de deshacerse del litro y medio de agua que había bebido durante el trayecto, los demás nos sentamos sobre la yerba seca en silencio y pensativos después de la caminata intensa que comenzaba a surtir efecto sobre nuestros cuerpos.

Después de algunos minutos escuchamos un grito en dirección oeste, era Vladimir pidiéndonos que fuéramos hacia él. Nos levantamos como si tuviéramos un resorte en la espalda y corrimos a su encuentro.

El soldado se encontraba de pie sosteniendo entre sus manos una pequeña mochila con estampados de dibujos animados, Juliette se la arrebató gritando con voz entre cortada que era de Madeleine su hija la más pequeña, el objeto había sido encontrado atorado en el alambre retorcido de la malla justo sobre un hueco que parecía haber sido cortado finamente.

La situación no era buena, todo indicaba que los niños habían ingresado en la ciudad. El teniente se comunicó de inmediato con el capitán Sokolov informándole del hallazgo, este último dictó órdenes de no atravesar por ningún motivo la malla y que se pidiera apoyo por medio del teléfono satelital a la base para solicitar un helicóptero de traslado. Morózov nos volteó a ver con semblante serio comunicándonos que nuestra misión debía de ser interrumpida y que debíamos de regresar inmediatamente la base, era imposible ir más allá ese punto. Juliette escuchaba atónita con los ojos cubiertos de lágrimas, era evidente que las cosas se habían complicado en el nivel máximo, estábamos en el peor de los escenarios. El teniente trataba de explicar a la madre que con las condiciones actuales era muy riesgoso avanzar sobre Pripyat, además se necesitaba autorización no solo de la base sino también al comando central en Kiev, que posiblemente enviaría un grupo especializado con equipo de protección adecuado y ellos tomarían control de la situación en no menos de 24 horas.

Juliette volteó a vernos con alguna esperanza de que alguien propusiera una solución distinta, encontrando solo silencio y miradas clavadas en el piso. Después, su expresión cambió como si una idea pasara por su mente, barriéndonos con su mirada nerviosa a todos, intempestivamente corrió hacia el hueco de la malla tratando de penetrar en ella, Vladimir hizo por interceptarla recibiendo un golpe en la cara del antebrazo de Juliette sin poder detenerla.

La mujer desapareció entre la maleza como si fuera engullida por las fauces de una bestia.

Morózov estaba furioso, maldecía y se apretaba con una mano las cienes, con la otra tomaba con fuerza el radio sin animarse a levantarlo para transmitir las malas noticias.

Vladirmir y yo simplemente nos miramos con aire de preocupación, ahora eran tres civiles en la zona restringida y una de ellas se nos había escapado en nuestras narices, era una maldita crisis.

Sin perder el tiempo le sugerí al teniente el ir por ella antes de que se alejará más de nuestra ubicación, en el fondo no quería que esa chica tan parecida a mi hermana se expusiera al peligro en esa ciudad. Juliette no contaba con el equipo básico para recorrer las calles de aquel sitio, ni siquiera portaba un medidor geiger para saber qué zonas eran seguras y cuales debía de evitar, ciertamente por su desesperación incluso aun sabiendo que el ambiente estaba contaminado no dudaría en recorrer cada rincón de urbe para encontrar a sus hijos.

Morózov descartó con molestia al instante mi propuesta, sin embargo, yo insistí argumentando simplemente me limitaría a localizarla y traerla conmigo en el menor tiempo posible evitando que las cosas se complicaran aún más.
El teniente visiblemente irritado pensó un instante y me dijo que en vista de lo complicado de la situación no me detendría si es que quería arriesgar mi vida por ir a buscarla, pero que una vez pisando la zona restringida no podía garantizar que alguien iría a rescatarme si algo pasaba, además que al regresar tendría que ser arrestado por desacatar las órdenes del comando central.

Asentí sin mostrar duda y partí enseguida.

Comencé mi exploración en el área urbana número 2 subiendo por la calle Zavodska, una de las arterias principales que cruza la ciudad en dirección noroeste, la ruta más probable que Juliette podría haber tomado por su cercanía al punto de acceso de la malla.

El camino estaba flanqueado por pinos, de vez en cuando iba encontrado algunos tubos de oxidados recostados y caminos que conducían a construcciones abandonadas sin rastros de haber sido visitados recientemente. En cada inmueble en el que me detenía a investigar gritaba el nombre de Juliette para verificar que no estuviera en el lugar y así ahorrar tiempo valioso de búsqueda, si la chica me escuchaba estaba seguro que se saldría de entre las ruinas al darse cuenta que finalmente habíamos venido en su rescate de ella y sus hijos.

La labor era titánica para un solo hombre, Pripyat a pesar de ser una ciudad pequeña de cerca de 8 kilómetros cuadrados cuenta con muchas instalaciones industriales y edificios de apartamentos laberinticos, es así como llegué a la Fabrica Júpiter, después dos horas de escudriñar algunos rincones y caminar un poco más de un kilómetro, era una de las zonas que debía de explorar a fondo al ser el complejo más grande del noroeste de la ciudad.

La ex fábrica de componentes electrodomésticos era una verdadera capsula del tiempo a nuestro pasado como integrantes de la Unión Soviética, en antaño había servido como fachada para la creación de sistemas robóticos del ejército ruso, ahora lucia como un cementerio industrial lleno de fierros retorcidos, muebles enmohecidos y revueltos en el piso como si un huracán hubiera golpeado el lugar con toda su fuerza.

Centre mi rastreo en el edificio noroeste del complejo, una estructura de dos alas idénticas unidas a una torre saliente de ocho pisos, solo tres plantas que recorrer de inicio, era una marcha contrarreloj, el contador Geiger comenzaba a emitir lecturas un poco más elevadas. Tenía muchas esperanzas de encontrar a Juliette o a los niños, quizá a los tres juntos al finalizar mi incursión en aquella área, no podía regresar sin ellos.

Subí rápidamente por la escalera que llevaba al primer nivel del ala norte, al parecer era un espacio técnico – administrativo, el lugar estaba repleto de estanterías y escritorios volteados, folletos propagandísticos de electrodomésticos de la época y algunos componentes electrónicos yacían en el piso, era difícil distinguir a que aparatos podrían pertenecer, probablemente eran partes de los monitores de tubos de rayos catódicos que iba encontrado conforme avanzaba, un retrato de Vladimir Lenin aun enmarcado recargado sobre una alacena parecía mirarme con sus ojos de tártaro mientras cruzaba la puerta de acceso a la escalera interna.

El primer piso estaba limpio, por lo que descendí al siguiente nivel, era una zona más lúgubre que las anteriores, la humedad permeaba casi todas las paredes, los muebles estaban orillados extrañamente a los costados tapando los ventanales, en el suelo restos de huesos secos y quebrados, al parecer en el sitio rondaba algún tipo de depredador, quizá se trataba de una madriguera de lobos o en el peor de los casos algún oso lo había tomado como refugio, no eran ideas descabelladas, en los últimos años las brigadas científicas comúnmente reportaban avistamientos de animales en la ciudad, debía de caminar con cuidado empuñando mi pistola Makarov mientras alumbraba con la linterna de mano. Mis sentidos se agudizaban con cada paso que daba en esa penumbra, al llegar a otra escalera interna, un sonido de metálico rompió el silencio, parecía ser que algo o alguien acababa de chocar con una estantería, era evidente que no estaba solo, aquel ruido provenía del último piso, quizá Juliette estaba atrapada sin poder encontrar la salida en la oscuridad.

Bajé las escaleras apresuradamente descubriendo que el suelo del nivel inferior estaba colapsado dando pie a una especie de entrada a un amplio túnel subterráneo, probablemente una instalación secreta del edificio, aminoré nuevamente la caminata por temor de tropezarme con los escombros.

Al avanzar aproximadamente diez metros uno de mis pies rozó con una especie de bulto, inmediatamente alumbré al lado izquierdo del camino percatándome que era el cuerpo seco de un venado, su apariencia era muy extraña parecía que había sido sometido a un procedimiento de taxidermia, con la diferencia de que la piel era transparente, sus órganos marchitos podían observarse claramente, lo más inquietante era que no solo había un cuerpo si no cerca de 13 o 15 esparcidos hacia el frente sobre el mismo costado del camino, eran animales de diferentes especies todos con las mismas características, piel transparente, esqueleto y órganos internos visibles, el contador Geiger se mantenía en un nivel aceptable menor incluso que en la superficie, por lo tanto, la zona era segura respecto a la contaminación radioactiva. Ver todo aquello me inquietó bastante, me preguntaba quién o que podría haber traído esos animales y por qué tenían ese aspecto horrible, era vital seguir adelante a pesar de mis dudas y temores, necesitaba asegurarme que nadie estuviera en ese lugar.

Mientras progresaba en el túnel el suelo comenzaba a ser cada vez más húmedo y fangoso, señal de que alguna corriente subterránea permeaba el sitio, el lodo hasta el momento no era un obstáculo, continuaba iluminando el camino y apuntando con mi semiautomática, cuerpos de fauna silvestre se asomaban semienterrados en barro. Hasta ese momento mi avance era de alrededor de 150 metros en aquel subterráneo, del techo algunas raíces de pino comenzaban a asomarse y los muros lucían un color negro verdoso con un aspecto viscoso, al parecer el corredor iba en forma descendente y por lo menos me encontraba un metro y medio de la superficie. Después de unos instantes avisté con la lámpara una silueta pequeña enfundada en un rompevientos verde limón y a su lado otra más pequeñita, eran Madeleine y Emmanuel, los pequeños. Me acerqué corriendo, tenía el pulso completamente acelerado, al llegar… se me heló la sangre, ellos se encontraban en un estado totalmente inmóvil con la boca abierta como en shock, revisé su pulso y temperatura, los signos vitales eran normales, al inspeccionarles los ojos noté que presentaban dilatación pupilar bastante notable, parecido al que se origina por el consumo de estupefacientes, sus miradas apuntaban al mismo lugar, la nada…, de repente un sonido inundo el silencio, era una mezcla de un aleteo de un insecto y una corriente eléctrica de gran voltaje, en medio de esa densa oscuridad aparecieron dos ojos rojos y después un flashazo que me derribó de espaldas sobre el fango en el que me hundía lentamente. No tenía voluntad de luchar para mantenerme a flote, era una sensación de paz y felicidad, simplemente deseaba abandonarme y ser engullido hasta el final, después, nuevamente el silencio mientras descendía a las profundidades en un destino incierto.

Al disiparse la oscuridad me vi sentado sobre la alfombrilla en la sala de una cabaña, era sin duda un lugar conocido, Masha, mi hermana, recostada boca abajo dibujaba mientras veíamos juntos los músicos de Bremen, un programa de caricaturas.
Mientras tanto unos pasos lentos y pausados se aproximaban, era la abuela que traía una bandeja con galletas y dos vasos de leche caliente, el olor a chocolate colmaba el ambiente, una fragancia de protección y consuelo. La anciana posaba frente a nosotros la charola con una expresión alegre y tierna, su cabeza estaba cubierta por un pañuelo rojo de lana, típico de las mujeres campesinas.

Después de que la abuela se alejaba, Masha hacía por tomar su porción, en la tv ya no había caricaturas, trasmitían las imágenes de un incendio sofocado en donde destacaba en el paisaje una torre de rayas blancas y rojas, a su lado, se podía observar un área colapsada parecida a un derrumbe, muchos hombres con máscaras de gas de plástico trabajaban en el lugar.
Súbitamente, el sonido de un vidrio estrellándose rompía mi concentración, Masha intentaba recoger los restos de un vaso roto, al hacerlo se cortaba la mano y comenzaba a sangrar profusamente mientras soltaba un grito que se entre mezclaba con el ruido de una sirena que provenía del televisor, funcionándose en un pitido tan agudo, que hacia cubrirme los oídos con las manos.
En seguida desperté en el túnel, a mi lado Juliette gritaba mirando al frente, sin perder el tiempo alumbré con mi linterna apuntando al mismo tiempo el arma, revelando una imponente bestia que se escondía en la penumbra. Este ser era completamente negro y con pelaje erizado, su cuerpo alargado cubría casi toda la altitud del lugar, sus ojos rojos nos miraban amenazantemente, tenía la boca cubierta por dientes puntiagudos y de la cabeza descendía una melena jorobada, dos patas delgadas y fuertes lo sostenían.

La bestia golpeo sus brazos e hizo por avanzar en contra de nosotros emitiendo un ruido estático muy fuerte, yo disparaba mi arma mientras retrocedía cubriendo a Juliette y a los niños. El ser gruñía con cada tiro que le asestaba en el cuerpo. Ordené a Juliette que tomara a sus hijos y que saliera del lugar sin mirar atrás, la mujer los cargó como pudo y emprendió la huida, mientras tanto, continuaba disparando caminando hacia atrás. El ente avanzaba y retrocedía para evitar las balas, al parecer le estaba causando daño, pero no el suficiente para desmotivar definitivamente su deseo de atraparme, las balas del segundo cargador que llevaba conmigo se estaban agotando y la salida no se encontraba a menos de 30 metros, de repente la bestia se paró en seco y comenzó a emitir nuevamente el sonido que había escuchado cuando encontré a los niños, esa mezcla de chasquidos y electricidad que me habían remontado a la niñez en forma de pesadilla, hice una descarga interrumpiendo su ataque, pero al tratar de realizar un disparo más, el arma quedó atascada. Una sensación de frio comenzó poco a poco a subirme por las piernas paralizándome completamente, dejándome a merced de aquella criatura que lentamente volvía a emitir su sinfonía onírica mortal, el golpe final. La conciencia se me nublaba, sentía mi cuerpo caer en un pozo sin fin, en el momento de casi perder toda razón, escuché una ráfaga de detonaciones de grueso calibre que iluminaron todo el túnel haciendo que aquella aberración retrocediera nuevamente a las tinieblas. Caí al fango y poco tiempo después sentí como algo o alguien me arrastraba a través de aquel corredor, en seguida luz y finalmente oscuridad.

Desperté en la enfermería de la base, después de 5 horas, los médicos realizaron una revisión exhaustiva llegando a la conclusión de que estaba completamente sano y que el desmayo había sido a causa de la deshidratación.
Posteriormente y completamente recuperado, fui presentado ante mi oficial superior, este me informó que por instrucciones del comandante del batallón debía de cumplir un arresto de 72 horas en mi dormitorio. Hoy me han traído para que hable con usted y eso es todo lo que puedo decir sobre lo que pasó en la ciudad de Pripyat hace tres días. Desconozco la situación de los demás y el destino de los turistas franceses.

El oficial de inteligencia miró a los ojos a Alexander con un semblante serio, enseguida le informó que todo había resultado bien, los niños y sus padres se encontraban en un vuelo con destino a su país y el personal militar que lo acompañó en la misión estaba reintegrado a sus actividades cotidianas. Alexander bajó la mirada preguntándole al oficial sobre la identidad de quien lo había rescatado en el Túnel, el mando sin titubeo reveló que Sokolov, añadiendo que el capitán como responsable de la operación jamás se hubiera permitido regresar a la base con un civil menos y su personal incompleto. Continuó diciéndole que la reputación de Sokolov en el ejército se había forjado desde su juventud al pertenecer al grupo de liquidadores del desastre nuclear en Chernóbil, trabajo en el que se jugó la vida para intentar que la contaminación no se propagara por toda Europa, es en toda regla un héroe. Al finalizar esas palabras el silencio reino por un momento en la habitación, los dos hombres parecían divagar en sus pensamientos.

Después de unos instantes el oficial abrió su maletín sacando una hoja que tenía el título de juramento de confidencialidad, la deslizó sobre la mesa para que Alexander lo tomará, en él había una serie de cláusulas que obligaban al soldado guardar absoluto silencio sobre todo lo relacionado a la misión de rescate, además de un número de sanciones que rayaban casi en la ilegalidad en caso de incumplimiento. ilegal
Alexander sin leer el contenido lo firmó, sabía que no tenía otra opción si quería tener un futuro en el ejército y sobre todo si quiera conservar la tranquilidad los días que le quedaban de vida.
Enseguida el oficial le dijo al soldado que podía retirarse, Alexander asintió y abandonó el lugar.

Reporte final de investigación.

1 de agosto de 1996, Norte de Ucrania.

Después de entrevistar a todo el personal militar, y civiles que participaron en los hechos suscitados en la ciudad de Pripyat el 29 de julio de 1996 debo de señalar que todas las versiones son consistentes entre sí, los datos y la evidencia física apuntan a que indudablemente el soldado raso Alexarder Ivanov, el capitán Boris Sokolov, la civil Juliette Casseau y sus dos hijos menores tuvieron contacto con una criatura de naturaleza similar a la reportada hace 10 años en Siberia por una brigada científica en la que murieron la mayoría de sus integrantes.

Al inspeccionar el túnel de la fábrica júpiter con el equipo especial enviado desde Kiev no encontramos al ser, solo los cuerpos de fauna silvestre con características extrañas de mortandad, mismos que fueron enviados a las instalaciones del mando central, al igual que toda la documentación de la base referente al hecho.

Los civiles fueron atendidos por el personal médico hasta su total recuperación, los menores no tuvieron secuelas ni recuerdos sobre los sucesos, la madre tampoco está muy segura si lo que vio aquella tarde fue realidad o una simple alucinación producto del estrés, nuestro personal clínico la ha convencido de que quizá la contaminación de la zona pudo haber alterado su conciencia, por lo que no significa un peligro de que el suceso llegue a los medios internacionales o la inteligencia del gobierno francés . En relación al padre, podemos asegurar que no presenció ningún evento fuera de lo común que mereciera profundizar por medio de una entrevista más exhaustiva.

Respecto al personal militar solo a los soldados rasos se les hizo firmar el compromiso de confidencialidad, los mandos superiores como el capitán Boris Sokolov y el teniente Yuri Morózov, se mostraron en todo momento cooperativos con esta investigación.

Por cuanto hace al túnel informó que nuestro personal dinamitó el lugar sellándolo completamente el sitio.
Se rinde este informe para el conocimiento del mando central, finalizando la investigación que se me fue encargada.
Coronel. Nikolay Petrov
Subdirector de inteligencia SBU

La bestia avanzaba lentamente hacia mi
mostrando sus ojos rojos
de repente una luz y al final oscuridad…

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