back to top

Quería contarle sobre ti

Publicado en:


Por Adis

—¡Por fin nos vemos! —me dice Isaac cuando llego al lugar de costumbre, con una sonrisa amplia y sincera—.
—Tres semanas. Ya sabes que los tiempos son todo un tema para mí —le digo mientras me acomodo en el pequeño sillón negro frente al ventilador, su aire golpea mi rostro, pero no disimula el sudor en mi nuca—. Gracias por esto —añado, señalándolo.

Quería contarle sobre ti

Quiero contarle sobre ti, pero él concentra su mirada en mi semblante.

—Te ves muy bien, diferente. Tu semblante cambió desde la última vez que nos vimos —me dice mientras me observa con ojos inquietos, como queriendo averiguar el motivo.

Me quedo callada. Hay observaciones que no se hacen para agradecer, sino para reflexionar.

—Llevo dieciséis días sin tomar una gota de alcohol —le miento.

En realidad, son ocho mañanas sin despertar con el corazón en la garganta, revisando el teléfono para ver qué vergüenza escribí anoche.

Isaac abre los ojos con asombro.
—¡Wow! Eso está muy bien, aunque puedes tomar algo de vez en cuando, algo leve…
—No —lo interrumpo—. Recuerda que yo soy de extremos.

Comenzamos a hablar de lo que ocurrió en esas tres semanas sin vernos. Yo no veía la hora de hablarle de ti, pero él se enfocaba en otra cosa.

—¿Qué has escrito? ¡Cuéntame!
—Tonterías, nada bueno. Diálogos de aquí y de allá, situaciones inconclusas, anécdotas parchadas… No hay algo que valga la pena.
—Escribe sin juzgarte —me dice, entrelazando sus manos mientras las reposa en sus piernas.

No puedo separar la autorreflexión del juicio, y menos cuando se trata de escribir… peor aún si es sobre ti, aunque hasta ahora solo lo he hecho entre líneas.

Pero hoy sí quiero contarle. Quiero decirle cómo me tienes, ceñida a tu cintura; y yo, sin intención de escapar, considero eso un pequeño y asfixiante triunfo.

Vuelvo a lo mismo, una y una y otra vez… como dice aquella canción que me hace recordarte siempre que la escucho, cuando sé que ya vas a regresar, que vas a quedarte hasta no sabemos cuándo.

—El problema no eres tú, es la comida —me dice Isaac, como si hubiera descubierto algo que yo no sabía—. Abre los brazos y las manos, mueve la cabeza como diciendo: «¿Cómo no se nos ocurrió antes?».

Mientras lo veo con ternura y comprendiendo su inocencia, prefiero no hablar sobre tu intensidad. La que me tiene pensando en ti desde el primer minuto en que despierto hasta el último antes de dormir. No le dije que toco mi cintura para saber si aún sigues aquí o si te fuiste por un tiempo.

Y es que si te vas, te extraño tanto. Aunque lo niegue, aunque diga que no acostumbro extrañar, ¿cómo no hacerlo si ya no soy sin ti? Si lo que soy es solo por ti.

Me despedí de Isaac y quedamos de vernos de nuevo antes de terminar el mes. No le hablé de ti.

En el camino de regreso, me detuve frente a una panadería que —nada extraño— me hizo recordarte. Sentí tu presencia convirtiendo mi voluntad en un puñado de polvo.

Compré el pan que le gusta a Daniel, pero esta vez era para mí. No me importó tu juicio escandaloso, ni tus cuestionamientos, tampoco quise darte explicaciones ni mucho menos justificaciones. Solo lo hice.

Mañana será otro día.

Quería contarle sobre ti

TE PUEDE INTERESAR: Haz algo con lo que queda https://revistatuk.com/literatura/haz-algo-con-lo-que-queda/

¡SÍGUENOS EN REDES!

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí