El dúo argentino Koino Yokan realizó íntima presentación en Tierra Luna

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Xalapa, Veracruz. 30 de mayo del 2024

Por: Dylan Alarcón

18 de mayo, noche calurosa, como las que últimamente predominan en la Ciudad de Las Flores. Al llegar al Club Tierra Luna me reciben de gentil manera. — Donde guste —, me indica la mesera. Voy al frente del adornado escenario. Una carta con inquietantes bebidas, yo recurro al tradicional café veracruzano. Tal vez un mate no hubiese estado mal para entrar en tono. Pues los comensales, que comenzaban a llegar detrás de mí, esperaban con ansias a un par de músicos. Más de 7,200 kilómetros de distancia entre Buenos Aires y la Calle López Rayón #18. Tras una larga gira, el dueto cerraría en la pequeña Xalapa.

Cuando digo pequeña no lo digo de manera despectiva, sino objetiva. Koino Yokan ha pisado grandes escenarios en las ciudades más importantes de Iberoamérica. Recientemente visitaron Barcelona y Madrid, donde lograron reunir cientos y cientos de espectadores. A propósito del nombre, “Koi no Yokan” proviene del japonés. La expresión se utiliza para describir la sensación premonitoria de amor, no es un flechazo inmediato, sino algo que vendrá. El nombre es una advertencia, música pasional y romántica está por venir.

El dúo argentino Koino Yokan realizó íntima presentación en Tierra Luna

Mientras degusto mi café y los últimos asistentes acomodan sus bolsos en las sillas, sube al escenario Braulio Conde. El joven xalapeño que hace poco presentó su disco debut – Super–. La diferencia es que ahora subía al escenario de Tierra Luna en solitario. Era el “telonero”. Hipnotizantes beats programados, psicodelia y riffs con reminicencias de post punk. Braulio aprovechó la noche para mostrarnos el esqueleto de su nuevo material. Su guitarra, pedales y una profunda voz amenizó y dejó caliente el escenario.

En el entretiempo aproveché para hacer la actividad que cualquier reportero musical haría: salir a fumar. Cual sería mi sorpresa que mientras protegía del viento a el fuego de mi único cerillo, el dúo arribaba al lugar. Con trajes platinados y peinados dignos de rockstars dibujaban una estela de atención. Volví a mi mesa. Ya me esperaba una cerveza para tratar la peligrosa deshidratación (a lo que se tiene que exponer un crítico).

Tomás y Jeremías no esperaron, subieron al escenario decididos. Quizá nunca han titubeado en su corta carrera. Quizá por eso han crecido exponencialmente. La seguridad y la confianza de que todo estará bien, aun estando lejos de casa. A seis años de su inicio, tras su viralización por sus primeros covers, sus álbumes y festivales de talla internacional, Koino Yokan estaba en un modesto, pero no menos importante, tablado xalapeño. — Que íntimo, espero que no me intimide la intimidad — bromeaba Tomás. — La siguiente canción nació en México, se llama Viaje —, declaraba el vocalista quien desde el inicio tomaría el papel de maestro de ceremonias.

Una lírica digna de Robinson Crusoe:
“Qué tan lejos tendré que ir… Si al final no me encuentro conmigo”.
Remata diciendo:
“¿Qué caminos habré de tomar
¿Cuántas mujeres deberé amar?
Si al final, todo es siempre lo mismo
Soltar, amar, crecer, soñar
Desatarnos y vivir nomás…”

Después de viaje y una segunda canción, Tomás empezó a dilucidar acerca de la belleza de Xalapa, describiéndola como una ciudad tranquila y con calles bellas, al mismo tiempo que rasguea en su guitarra. Como un Aedo, sus oraciones se transformaban en melodías que seguían a sus dedos. Acababa de componer un himno efímero para la Ciudad de las flores. Ahí fue cuando dimensioné que estaba frente a un par de monstruos de la skene.

El indie predominó en sus tres primeros temas. Fue hasta la cuarta canción que algo resaltó. Me refiero a la titulada – Una canción-. Un juguete bossanóvico atravesado por la dulce melodía de la guitarra eléctrica (¡Que virtuoso es Jeremías!), y como guía, la voz viajera de Tomás que se resistía a sucumbir ante el dañino clima de los hoteles y aviones. Prosiguieron con La danza del espacio tiempo (otra bossa) y Escucha tu corazón.

El dúo argentino Koino Yokan realizó íntima presentación en Tierra Luna

Con simpatía, Tomás aprovecho la ocasión para comentarnos su admiración por los compositores mexicanos. Y compartieron un cover-homenaje a Julieta Venegas. Cabe resaltar en esta pieza, el dominio del instrumento vocal aplicado a los tonos altos y una calidad interpretativa reluciente.

La noche siguió y todos los espectadores ya habíamos entrado a la convención del viaje. No éramos ruidosos ni alborotados, y no era porque no nos estuviera gustando, sino porque los muchachos te invitaban a desconectarte de iras o pasiones convulsas, era un momento suave y terso que disfrutábamos en la intimidad. Lo azul de mí, una canción que originalmente tiene tintes de reggaetón, la habían convertido en un sonido con un porte jazzistico. Fue después de interpretar Ni un minuto más, tema que habla de no postergar, que nos explicaron que cuando van de gira por Argentina y alrededores llevan a toda la banda, causando más euforia, saltos y revuelo. — Si alguien se aburre, que levante la mano… — decía Tomás.

Prosiguieron con algunas baladas suaves como, Aunque solo sea una, entre otras. La décimo cuarta canción de la noche es meritoria enmarcarla, pues conecté con ella por su cercanía sonora con bandas icónicas mexicanas, una ejecución que me remitía a la mejor versión de Zoé o a Reik en su versión más rockera; La coincidencia. Para este punto, ya nos habían advertido que solo quedaban cuatro canciones más en el repertorio. Para la recta final nos mostraron un nuevo material que titularon Cambiando la mirada, un remanso esperanzador para quien deambula triste y solitario.

Para el cierre, dos canciones que juntan más de 1.4 millones de reproducciones en Youtube, Cada letra que escribo y Me diste la espalda. Y en contraposición de la viralidad de sus canciones o a manera de colmo, Tomás nos dice — Con tantos estímulos, que estén aquí en la noche escuchando nuestras canciones es un regalo —. Dándolo todo y pidiendo al público irse en alto y acompañándolos con los coros y las palmas, Koino Yokan terminaba con su extenso repertorio de 18 canciones. Dejando en claro que aquella fase de los muchachos que hacen covers, ya es muy lejana. Koino tiene mucho que decir de voz propia. Melodías suaves, que encajan en toda clase de enamoramiento.

Por momentos, te colocan en el romance de secundaria; en otros ratos, transitas el dolor de la separación; y también, te hacen imaginar que vas en un roadtrip sin destino, viajando con tu mochila y un ipod. Koino pronto resonará más en los territorios mexicanos, estoy seguro de ello. Conectarán muy bien con la base de seguidores de agrupaciones como Motel, Reik, Zoé, Technicolor Fabrics o Morat. Es cuestión de tiempo.

De pronto, espero su regreso, ahora con la banda completa y una ejecución más revolucionada, tal cual lo hicieron en el Lollapalloza recientemente.

Al finalizar me concedieron un par de minutos para platicar. La pequeña entrevista la puedes observar en nuestras redes sociales. Instagram: @revistatuk

Evento realizado por Época.

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