Árboles de Guerra

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Árboles de Guerra

Por: Arq. Braulio J. García Nieva

¿Cómo un elemento tan noble que genera vida en nuestro entorno, puede llegar a ser usado como instrumento de chantaje político?

Los discursos a favor y en contra de cierta acción, programa, actividad u obra política siempre han existido y existirán.

Al día de hoy, es normal y hasta natural que en una capital estatal, en una ciudad autodenominada la Atenas Veracruzana, existan personas que utilicen y saquen de contexto cierta acción. Pero que existan otras que lo crean, caigan en su juego y apoyen ese chantaje, es lo que no tiene cabida en una sociedad que dice ser muy preparada y con suficiente conocimiento.

Siempre hay que ver quiénes son los actores que están en juego; invariablemente alguien gana y alguien pierde, sobre todo en el ámbito político.

Por eso, es mejor ver primero el cuadro completo antes de participar en un tablero donde juegas sin saber que solo ocupas el lugar de un peón.

Ante el reclamo a una autoridad por alguna acción o inacción, continuamente se llegará al punto de no retorno en el avance del reclamo, al punto de choque y contrapunteo de puntos de vista.

Es en ese momento donde, en aras de evitar fatalismos, siempre debe existir una actitud conciliadora, y es solo a través de ella que se podrá avanzar.

Es ahí donde, si los instrumentos legales existen, son aplicables y están a la mano, debemos usarlos en ambos lados de la problemática.

Sin embargo, no se debe permitir que esos mismos instrumentos paralicen la situación o la radicalicen aún más.

En el tema de la ciudad de Xalapa (la Atenas Veracruzana), el hecho de haberse llevado a cabo una tala de árboles para la ejecución de la construcción de un paso vehicular se encuentra en un nivel de confrontación muy elevado.

Lo triste del tema es que la parte de la sociedad que hace el reclamo está en un impase, en una posición de cero avances. Es entonces cuando uno se pregunta: ¿Por qué esa actitud de cero diálogo? ¿Hay un trasfondo en esa motivación de bloqueo? ¿Quién es el motor detrás de esa actividad? Y, por último, ¿quién gana con ese conflicto?

Déjenme explicar lo que genera mis cuestionamientos. Como experto en el tema, puedo asegurar que todo crecimiento y desarrollo de las ciudades lleva consigo afectaciones al medio ambiente.

De hecho, la misma autoridad, para otorgar cierta autorización cuando así está estipulado, solicita un estudio de impacto ambiental, y como su nombre lo dice, es estudiar el impacto que la actividad a desarrollar tiene en el medio ambiente.

Esto es tema del día a día, se hacen cientos de MIA’s, y lo que se establece en estos estudios son las medidas de mitigación hacia el medio ambiente. Dicho de otra manera: sabiendo que toda actividad humana tiene un impacto en su entorno, se deben dejar en claro qué medidas de mitigación se van a tomar en cuenta para que el impacto al medio ambiente no se vea tan afectado o, en todo caso, se contrarreste la afectación creando un beneficio en otro lugar, teniendo presente que la suma total de estos beneficios debe siempre superar la magnitud de la afectación.

Entonces, cuando va a haber un gran desarrollo en la ciudad, primero se lleva a cabo el estudio donde se analiza el área a afectarse; segundo, se establecen las acciones a realizar para mitigar la afectación medioambiental; y tercero, se obtiene el permiso. Así son los estudios y así se consigue la autorización por parte de las autoridades medioambientales.

Regresando al tema de la confrontación en Xalapa, (que muchísimos municipios no solo en el estado sino en el país quisieran que se realizase una obra así en sus territorios), cuando se talan árboles y se despierta la inquietud de la sociedad en defensa de la naturaleza, es una activismo que yo respaldo, pues siempre he estado del lado de la actividad y participación como individuo y ciudadano.

Hasta ese punto estamos de acuerdo.

Ahora, cuando se llega al nivel de haberse consumado el acto que se defiende y se cuestiona a la autoridad, es momento de saber cuáles son las medidas de mitigación que se van a realizar.

Como quedó explicado, eso no es dar paso atrás o retirarse, eso es saber qué es lo que se va a realizar para mitigar el impacto ambiental, así como en cualquier otra obra en nuestro México.

Ese debe ser el cuestionamiento actual y ahí debe de estar el ímpetu de la movilización ciudadana, en saber e incluso participar en las medidas de mitigación del impacto ambiental.

No en paralizar algo donde el único resultado sería haber perjudicado al medio ambiente sin obtener el beneficio que se esperaba y por el cual se causó la afectación.

Así que hay que saber e informarse cuáles son las medidas de mitigación que se han tomado a raíz de haber realizado dicha obra, y de antemano, desde mi punto de vista, haber plantado más de 3,000 árboles se me hace una medida bastante correcta.

En esa evaluación de cuál será la medida para compensar la tala de árboles es la adecuada. Ahí debe girar el discurso y la exigencia ciudadana, y no en la continua e insensata confrontación de querer paralizar todo.

Así que nuevamente es momento de saber y, en su caso, proponer y apoyar en las medidas de mitigación que se van a desarrollar, verificar las que se han desarrollado y analizar que en verdad sean suficientes.

Pero si ese diálogo no existe, entonces, ¿qué es lo que se está buscando en realidad?

Las opiniones expresadas en esta columna no reflejan necesariamente la posición de Revista Tuk´y son responsabilidad exclusiva del autor.

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