El trabajo doméstico es un trabajo esencial para la sociedad, ya que contribuye a la reproducción social y al mantenimiento de la fuerza de trabajo. Sin embargo, este trabajo a menudo se invisibiliza y no se le reconoce su valor.
Además, es un trabajo feminizado, ya que la mayoría de las empleadas domésticas son mujeres.
Esto se debe a factores sociales, culturales y económicos.
Factores sociales y culturales
Las normas sociales y culturales tradicionales asignan a las mujeres el papel de cuidadoras del hogar y de los hijos.
Esto ha llevado a que las mujeres sean las principales responsables del trabajo doméstico, tanto remunerado como no remunerado.
Factores económicos
Las mujeres a menudo tienen menores ingresos que los hombres, lo que las hace más vulnerables a la explotación laboral.
Además, las mujeres tienen menos oportunidades de acceso a la educación y al empleo remunerado, lo que las lleva a buscar trabajo en el sector doméstico.
Consecuencias de la feminización del trabajo doméstico
La feminización del trabajo doméstico tiene una serie de consecuencias negativas para las mujeres, como:
- Mayor desigualdad de género. Este tipo de trabajo puede reforzar los estereotipos de género y las desigualdades en el mercado laboral.
- Mayores cargas laborales. Las mujeres que trabajan fuera del hogar y realizan trabajo doméstico no remunerado enfrentan una doble jornada laboral.
- Mayores riesgos de violencia. Las trabajadoras domésticas a menudo enfrentan condiciones laborales precarias y riesgos de violencia, como la violencia física, sexual o psicológica.
Para abordar el problema de la feminización del trabajo doméstico es necesario:
- Promover la igualdad de género. Es necesario cambiar las normas sociales y culturales que asignan a las mujeres el trabajo doméstico.
- Garantizar la protección social de las trabajadoras domésticas. Los gobiernos deben legislar para proteger los derechos de las trabajadoras domésticas.
- Ofrecer alternativas al trabajo doméstico. Es necesario promover el acceso de las mujeres a la educación, al empleo remunerado y a la protección social.
La feminización del trabajo doméstico es un problema estructural que requiere soluciones integrales. Es importante tomar medidas para abordar este problema y garantizar la igualdad de género y la protección de las trabajadoras domésticas.
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