En los rincones tropicales de México, el sonido sutil de un mosquito puede convertirse en el preludio de una enfermedad que, año con año, cobra fuerza: el dengue. Más allá de ser solo un problema de salud pública, el dengue es también un síntoma de desequilibrio ambiental, de prácticas culturales que se transforman con el tiempo y de la relación –muchas veces descuidada– entre nuestras comunidades y el entorno.
El dengue es transmitido por el mosquito Aedes aegypti, un insecto que se reproduce en depósitos de agua limpia, muchas veces ubicados en nuestros propios hogares o espacios públicos. Con el incremento de las temperaturas y los cambios en los patrones de lluvia –fenómenos cada vez más frecuentes debido al cambio climático– su expansión se ha intensificado. De ahí que su prevención no dependa exclusivamente de fumigaciones, sino también de un compromiso colectivo con la limpieza, la conciencia ecológica y la transformación de hábitos cotidianos.
Prevención desde el entorno
Eliminar criaderos del mosquito implica mirar con otros ojos lo que consideramos «basura» o «decoración». Un florero con agua, una botella vacía bajo la lluvia o un jarrón olvidado en un cementerio pueden volverse el lugar perfecto para que el Aedes aegypti deposite sus larvas.
Entre las acciones recomendadas están:
- Sustituir el agua de los floreros por tierra húmeda o arena.
- Retirar objetos que acumulen agua en patios y azoteas.
- Usar repelente y ropa que cubra brazos y piernas.
- Mantener jardines limpios y libres de maleza.
- Tapar depósitos de agua de uso doméstico.
- Estas pequeñas decisiones, aparentemente simples, tienen un profundo impacto ecológico y sanitario.
Tradición y prevención: el caso de los cementerios
En el marco del 10 de mayo, una fecha en la que miles de familias mexicanas visitan los cementerios para recordar a sus madres, el Ayuntamiento de Xalapa, junto con los Servicios de Salud de Veracruz y la Jurisdicción Sanitaria V, ha implementado acciones preventivas en los panteones municipales.
La directora de Salud, Olga Alarcón Ricárdez, informó que se están realizando nebulizaciones, aplicación de larvicidas y limpieza general en los cementerios Palo Verde, Bosques de Xalapa y 5 de Febrero. Estas actividades buscan garantizar que quienes acudan a honrar a sus seres queridos encuentren espacios limpios y seguros.
Además, se ha lanzado un llamado a la ciudadanía para evitar el uso de celofán en coronas y arreglos florales artificiales, ya que el rocío puede acumularse y servir de criadero. Se recomienda reemplazar el agua de los floreros por tierra húmeda, así como vestir ropa adecuada y usar sombreros debido a las altas temperaturas.
Cultura, salud y medioambiente: una sola lucha
Estas acciones, aunque se centran en una fecha simbólica, nos invitan a reflexionar sobre cómo los rituales culturales pueden adaptarse para coexistir con el cuidado ambiental y la salud pública. La memoria, la tradición y el amor por quienes ya no están pueden expresarse también desde el respeto por la vida y el entorno.
Además, cada sábado se realizan jornadas de descacharrización en diversas colonias de Xalapa para eliminar criaderos del mosquito. Estas campañas se fortalecen cuando la comunidad participa activamente, entendiendo que la prevención del dengue comienza desde casa, pero se consolida en lo colectivo.
Hoy más que nunca, prevenir el dengue no es solo cuestión de salud: es un acto de cuidado mutuo, de responsabilidad ambiental y de sensibilidad cultural. En tiempos de cambio climático y crisis sanitarias, cada flor sin agua, cada azotea limpia y cada acto consciente, son semillas de vida.
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