Yo tampoco sé por qué te quiero, Porque me inclino a ti, Cuando no puedes mirarme así. Muy adentro, muy profundo, Sé que tú y yo nos conectamos; Que somos de la misma fibra, Que nos desprendemos de la misma diosa dormida. Entre tanto, nuestra historia nos pasó. Y nos arrancó la risa infantil, Nos hizo perecer en el patio de un colegio; Nos alejó del núcleo y nos perdimos por el mundo. Años después, volvemos a encontrarnos. Sin saber por qué, nos pertenecemos. Y nos buscamos en medio de lo más absurdo. Pero el tiempo ya nos tejió una vida, ¿Sabrá alguien si aquella nos correspondía? Porque te miro y sé que pertenezco a ti. A tu aroma y a tus manos. Y cuando se conjugan nuestros pensamientos, Creo en los presentimientos: No somos una casualidad. Pero de eso, nada sirve; Nos miramos sin contemplarnos en un espacio físico. Sin poder dejarnos huellas en la piel. Nos complacemos con palabras, Creamos un universo silencioso, Dónde la soledad es la única Que admira las sonrisas que el uno le arranca al otro.
hermoso tu poema Elizabet sigue publicando mas, como este felicidades.