Con más de 35 años de carrera, Jorge González Velázquez ha consolidado su nombre como uno de los artistas plásticos más destacados de México. Nacido en una familia que supo apoyar su inclinación artística desde una temprana edad, Jorge ha logrado transformar sus inquietudes creativas en una prolífica carrera que abarca la pintura, la escultura y la cerámica, llevando su arte más allá de las fronteras mexicanas.
Desde su juventud, Jorge demostró un interés profundo por el arte, especialmente por la escultura. A los 18 años, comenzó a exponer sus obras tanto de manera individual como colectiva en diversas ciudades de México y en el extranjero. Este primer contacto con el mundo del arte fue esencial para el desarrollo de su estilo, que se nutre de un equilibrio entre lo abstracto y lo figurativo. Su formación formal en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado «La Esmeralda» le brindó las herramientas técnicas necesarias, aunque nunca terminó la carrera, ya que dejó sus estudios en el noveno semestre para dedicarse por completo a su producción artística.
La importancia del apoyo familiar en el desarrollo artístico
Jorge González Velázquez siempre ha enfatizado la importancia del apoyo familiar en el crecimiento de los artistas. En diversas entrevistas ha mencionado cómo el estímulo de sus padres fue fundamental para que pudiera explorar libremente sus habilidades y desarrollar su potencial creativo. “Los padres deben estar atentos si los hijos muestran inclinaciones artísticas, y deben favorecerlas y apoyarlas”, comenta.
Esta declaración refleja su propia experiencia, ya que su familia no solo reconoció su talento, sino que también le proporcionó las condiciones necesarias para que lo desarrollara. Esta filosofía, según el artista, es clave para garantizar que los jóvenes con inclinaciones artísticas tengan la oportunidad de sobresalir.
La colaboración como fuente de aprendizaje y desarrollo
Uno de los aspectos más importantes en la carrera de González Velázquez ha sido su colaboración con otros artistas y maestros. Durante su carrera, tuvo la oportunidad de trabajar junto a figuras icónicas del arte como Juan Soriano y José Luis Cuevas, asesorándolos en la producción de esculturas monumentales. En 1993, produjo la famosa escultura “La Luna” de Juan Soriano, que hoy en día adorna el Auditorio Nacional en la Ciudad de México.
Trabajar con artistas de renombre nacional e internacional le permitió a Jorge no solo perfeccionar su técnica, sino también expandir su visión creativa. “Colaborar con otros artistas me ayudó a desarrollar las inquietudes que tenía, a transformar las imágenes que veía en mi imaginación en realidad a través de las esculturas”, comenta.
Este intercambio de conocimientos y experiencias fue fundamental para su evolución artística, dándole la confianza para abordar proyectos de gran envergadura.
El arte como una experiencia global: La influencia de los viajes
Viajar por el mundo ha sido una fuente inagotable de inspiración para González Velázquez. A lo largo de su carrera, ha participado en simposios internacionales de pintura y escultura en países como Hungría, Eslovaquia y Austria.
Estos viajes no solo le permitieron exponer su trabajo en un contexto global, sino que también le proporcionaron conocimientos que considera imposibles de adquirir a distancia. “Viajar me permitió conocer de primera mano las técnicas y estilos de diferentes culturas. Estas experiencias fueron esenciales para expandir mi enfoque artístico”, menciona.
Una de sus experiencias más significativas fue la creación de la escultura “White Nude” en 2005, realizada en cantera blanca en la ciudad de Graz, Austria.
Esta obra monumental, que formó parte de la colección de esculturas públicas de la ciudad, refleja la capacidad del artista para adaptarse a diferentes contextos y materiales, además de consolidar su reputación a nivel internacional.
El taller: Donde el bronce cobra vida
En el corazón de su práctica artística se encuentra su taller, un espacio donde el mismo Jorge González Velázquez da forma a sus esculturas de bronce. Aquí, el artista transforma el metal en obras que capturan tanto la forma como la esencia de sus temas. Su taller es el lugar donde se fusionan la técnica y la creatividad, un entorno en el que puede experimentar con diferentes materiales y procesos.
El bronce ha sido uno de sus materiales predilectos debido a su durabilidad y versatilidad. Jorge trabaja minuciosamente para moldear cada pieza, dedicando tiempo y esfuerzo para garantizar que cada detalle esté perfecto. Estas esculturas no solo son técnicamente impresionantes, sino que también poseen una profundidad emocional que invita al espectador a reflexionar sobre la naturaleza del arte y la humanidad.
El interés por la cerámica: Un legado cultural
Aunque su trabajo en bronce ha sido el pilar de su carrera, Jorge también ha incursionado en otros medios, como la cerámica. Esta disciplina, que tiene un fuerte componente ancestral en muchas culturas, atrajo al artista por su conexión con las tradiciones históricas y culturales de México. “La cerámica tiene un legado ancestral que me interesa. Trabajar con este material me permite conectarme con las raíces de nuestra cultura, y eso es algo que siempre he querido explorar”, comenta.
Su interés por la cerámica lo llevó a colaborar con maestros canteros en Oaxaca, donde ha trabajado en proyectos que exploran la relación entre el arte contemporáneo y las tradiciones artesanales mexicanas.
En 2019, comenzó a colaborar con los talleres de Magdalena Apasco, Oaxaca, una región conocida por su producción de cerámica y cantera, lo que le permitió profundizar en su conocimiento de estas técnicas milenarias.
Un legado en constante evolución
A lo largo de su carrera, Jorge González Velázquez ha dejado un legado artístico que continúa creciendo. Desde su primera exposición a los 18 años, ha participado en numerosas muestras individuales y colectivas tanto en México como en el extranjero. Su capacidad para reinventarse, para explorar nuevos materiales y formas, lo ha llevado a convertirse en uno de los artistas más respetados de su generación.
En 2016, se trasladó a San Agustín Etla, Oaxaca, donde fundó el taller Origen66, un espacio dedicado a la producción de las artes plásticas. Allí, además de seguir trabajando en su propia obra, asesora a la comunidad local en la creación de máscaras utilizadas en la tradicional “Muerteada”, una celebración del Día de Muertos. Este proyecto no solo le ha permitido continuar con su producción artística, sino también retribuir a la comunidad, transmitiendo sus conocimientos a las nuevas generaciones de artistas.
En definitiva, Jorge González Velázquez es un artista cuya trayectoria refleja una profunda dedicación al arte, tanto en su aspecto técnico como en su capacidad para transmitir emociones y reflexiones a través de su obra.
Su trabajo con el bronce, su incursión en la cerámica y su constante búsqueda de nuevos horizontes creativos lo han consolidado como una figura clave en el mundo del arte contemporáneo. Y su legado, lejos de estar terminado, continúa evolucionando con cada nueva pieza que crea.
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