back to top

Ian Rodríguez: tres décadas tejiendo poesía entre silencios y sueños de Cuba

Publicado en:


Por: Ana Valeria Izozorbe

Desde la Isla de la Juventud hasta Cienfuegos, la poesía cubana tiene en Ian Rodríguez un demiurgo de la palabra que hoy reside en Santa Clara, ciudad de poetas. Por más de tres décadas de labor literaria, ha transitado por la creación, se ha dedicado a la docencia, a la edición y la promoción cultural. Hoy conversamos con este autor cuya obra navega entre el silencio, los sueños y las estatuas de un país imaginado.

Ian Rodríguez Pérez nació en Las Tunas en 1973, pero su alma se forjó en la Isla de la Juventud, un territorio que, según sus propias palabras, «definió» su voz poética. A los 19 años, conoció a su mentor literario, Francisco Mir, y a otros jóvenes con inquietudes similares. Aunque dejó la isla en 1997, esta continúa acompañándolo, desvelándolo y asomando su rostro en sus poemas. La Isla permanece como una novia inquieta, una coordenada con especial energía creativa que Mir consideraba «la perfecta para la poesía».

En 1997, publicó su primer libro, Velas en torno al corazón demente. Hoy, Ian considera que de aquel primer cuaderno queda muy poco en su obra actual. Ese intimismo juvenil ha dado paso a una poesía más madura, que busca nuevos horizontes y derroteros. Ian prefiere que cada libro sea diferente al anterior, como un cambio de peinado o incluso un desaliño que aporta espontaneidad discursiva.

Ese intimismo de adolescente deslumbrado que se desbocaba en poemas de larguísimo aliento ya no me visita. No hay nada de eso ya en mi obra y no lo lamento, uno crece y se supera, uno elige otros caminos, otros horizontes, otros derroteros.

Fundador del Taller de Ideas «Santa Fe de la Isla», Ian reconoce la importancia de los talleres literarios en la formación de un poeta. Aunque no imprescindibles, considera que ofrecen herramientas y un espacio para el debate necesario. A él le aportaron mucho, por lo que ahora organiza talleres para devolver a otros lo que recibió.

Lo fundé con la asistencia de José Antonio Taboada, Nelton Pérez, Alfredo León Barceló y Reynaldo Segura. Sin esa contribución no habría conseguido el Taller que siendo muy joven me proponía, para introducir temas literarios al Debate necesario. Todo Taller de Literatura es significativo en tanto tenga atractivo y ofrezca puntuales herramientas

Además de poeta, ha sido editor, antólogo y profesor. Estas facetas dialogan entre sí, a veces en detrimento de una u otra, pero Ian trata de armonizarlas, pues las considera parte de una misma vocación.

En 2008, compiló El Libro de los Aforismos, una antología poco convencional que surgió de un taller de literatura creativa que impartió en la Casa de Cultura «Habarimao» del municipio montañoso de Cumanayagua. Los textos recogidos en el libro fueron creados por los participantes del taller y están inspirados en los aforismos de José Martí, aunque con una estructura propia. Ian recuerda con nostalgia esa etapa, pues a la par del taller también escribió muchos de sus libros que le darían satisfacciones dentro de su carrera.

La poesía de Ian Rodríguez se caracteriza por su fascinación por lo intangible. Títulos como Agudos del silencio o Nocturnidades sugieren una búsqueda de las sombras y las luces que habitan en lo profundo del ser humano. Uno de sus libros en proceso se titula Obertura de la luz y otras sombras, una muestra más de su interés por capturar lo efímero y lo misterioso.

En País de estatuas (2011), Ian reflexiona sobre lo inmóvil, pero le otorga vida a esas estatuas, dotándolas de la capacidad de escuchar y dialogar. Para él, no son entes inmóviles, sino seres vivos que forman parte de su cosmovisión poética.

El ocultismo ha sido una influencia constante en su obra. En su taller «Palabras con sombra de árbol», Ian comparte su fascinación por el esoterismo, Baudelaire, Rimbaud, Novalis, Rilke y el surrealismo, especialmente el subgrupo que se nucleó alrededor de Roger Gilbert-Lecomte y René Daumal.

En 2010, recibió la Roseta de la Ciudad por su labor cultural en Cienfuegos. Para Ian, Cienfuegos fue un puerto asombroso, la ciudad donde confirmó y materializó todos sus sueños, un lugar al que le debe todo y cuánto es, como mismo sucede con su mentor Paquito Mir.

Para Ian Rodríguez, la poesía es más que un acto de fe; es un «salto de fe», un riesgo en tiempos inciertos. Es un sacerdocio en el que se entrega sin esperar reconocimiento ni recompensas. Su satisfacción radica en entregar, y si detrás llega lo otro, bienvenido sea. Camina los senderos de la poesía sin expectativas, consciente de que si algún día recibe reconocimiento, ya no estará para disfrutarlo, pero otros recogerán la bondad de su cosecha.

Actualmente, Ian trabaja en varios proyectos, siendo el más destacado un curso por WhatsApp con más de 100 miembros. Sigue revisando doce poemarios que envía a concursos, siendo el más reciente Nocturnidades II. Además, trabaja en la sede de la UNEAC de Villa Clara, rodeado de escritores de la talla y el calibre humano de Ricardo Riverón y Jorge Luis Mederos (Veleta), con quienes comparte un nivel de exigencia y creatividad que le inspira a seguir soñando y creando.

Ian Rodríguez es un poeta que habita las sombras y las luces de Cuba, un creador incansable que, con cada palabra, siembra esperanza y renueva su compromiso con la literatura. Su voz poética, forjada en la Isla de la Juventud y enriquecida por su paso por Cienfuegos, continúa iluminando el panorama literario cubano. A través de sus talleres, publicaciones y proyectos, Ian demuestra que la poesía no solo es un acto de fe, sino también una herramienta de transformación y resistencia. Con una energía renovada, sigue compartiendo su pasión por las letras, inspirando a nuevas generaciones y reafirmando su lugar en la rica tradición literaria de Cuba.

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí